miércoles, 3 de febrero de 2010

AÑO BIBLICO: 5 de febrero, Levítico 11 al 15

Adorar a un Dios santo demanda un pueblo santo. Por eso Dios da a Israel una serie de regulaciones oncernientes a impurezas ceremoniales. Se especifican cuatro áreas: leyes de dieta (cuáles animales son o no comestibles); relativas al parto; lepra y otras enfermedades de la piel; y flujos del cuerpo. Cada grupo de mandamientos sigue un patrón general. La contaminación del adorador se describe primero, luego los medios de su purificación. Es una sección extensa y pormenorizada -porque la santidad demanda atención a los detalles.
Una balada popular comienza con las palabras: "Es imposible..." Y cuando tú lees el mandamiento en 11:44: "Seréis santos, porque yo soy santo", ¡probablemente te dé por unirte al cantor!
¿No está Dios demandando de su pueblo algo imposible de alcanzar? ¿No es irrazonable cuando dice: "Sed santos"? ¿Por qué desde el punto de vista humano, la tarea parece imposible?
¡Ese es precisamente el punto! Es imposible sólo por esfuerzos humanos vivir a la altura de las demandas de un Dios santo. Pero antes que frustrarte, Dios desea enseñarte. La ley fue designada para enseñarles a los israelitas a ser dependientes de Dios. Tal como El proveyó enseñarte que sólo mediante la provisión sobrenatural de un Salvador sin pecado, Jesucristo, puedes lograr santidad.
Pablo lo expresa así: "Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo [por fe, confiando en El], andad en él [por fe, condiando en El]" (Colosenses 2:6). En la fuerza de Cristo puedes vivir una vida pura y santa. Completa este pensamiento de Levítico 11:44: "Seréis santos [¿como? ¿cuando? ¿dónde? ¿con quién?]; porque yo soy santo. Entonces esfuérzate hoy en desarrollar el hábito de la santidad en algún área de tu vida.
La lepra entonces y ahora
Es dudoso que la lepra de hoy [que desfigura e incapacita) sea la misma de Levítico o del Nuevo Testamento (que era un enfermedad de escama blanca, muy parecida a la eccema o psoriasis).

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MENSAJE PROFETICO

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo esta cerca" (Apocalipsis 1:3)