viernes, 5 de febrero de 2010

AÑO BIBLICO: 15 de febrero, Números 17 al 20

En su vagar en el desierto, a los hijos de Israel se les recuerdan dos cosas: la muerte y esperanza. Muerte como resultado de su incredulidad en Cades-barnea, y esperanza en la promesa de que Dios aún le daría a su pueblo una tierra propia. La autoridad de Dios continúa en Moisés y Aarón, como se ve en el milagro de la vara de Aarón que reverdeció. Y los sacerdotes y levitas todavía son los siervos escogidos de Dios para guiar la nación en la adoración colectiva. Pero la muerte llega a ser la compañera constante de los israelitas en su marcha: muerte en los sacrificios, muerte de la vaca para la purificación, y la muerte del sumo sacerdote Aarón.
Toma un martillo, un clavo, y un pedazo de madera. Clava el clavo a medias en la madera; después sácalo con cuidado. ¿Qué has dejado? (Para hacer de esto una experiencia memorable, ¡hazlo en la puerta principal, o en tu mueble favorito!)
Esa ilustración del mundo de la carpintería constituye una parábola de los resultados permanentes del pecado. Una vez confesado, el pecado recibe perdón completo de Dios (1 Juan 1:9) -como sacar el clavo de la madera-. Pero quizás no puedas borrar del todo la marca que ese pecado te ha dejado.
¿Has sido tentado, como lo fue Moisés, a "golpear la peña" cuando Dios te ha dicho que le "hables"? ¡Pesa las consecuencias de antemano! Cristo murió no sólo para que el pecado fuera perdonado, sino también para que fuera evitado. Dale gracias por una cicatriz o huella de clavo que nunca tendrás que llevar porque estuviste dispuestos a decir no al pecado y sí a Él.
Vaca en el Antiguo, Salvador en el Nuevo.
El capítulo 19 describe la provisión de Dios para la impureza del pueblo: agua mezclada con las cenizas de una vaca alazana. Este extraño rito resulta más claro a la luz de Hebreos 9:11-14, como prefigura de Jesucristo. Como la ceniza de la ofrenda por el pecado tenía un efecto purificador al ser aplicada con agua, de igual modo la ofrenda de Cristo por el pecado purifica a todo aquel a quien le sea aplicada por el Espíritu Santo.

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MENSAJE PROFETICO

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo esta cerca" (Apocalipsis 1:3)