viernes, 5 de febrero de 2010

AÑO BIBLICO: 12 de febrero, Números 5 al 8

Faltan tres semanas para que el pueblo salga del Sinaí e inicie la última etapa de su viaje a Canaán. Durante este tiempo Moisés recibe ciertos mandamientos de Dios con el fin de limpiar al pueblo y prepararlo para entrar en la Tierra Prometida. Ellos tienen que estar libres de inmoralidad y celos; deben entender la obligatoriedad de los votos hechos a Dios; los levitas han de estar conscientes de lo sagrado de su llamamiento. Las generosas contribuciones de los líderes tribales suplen los implementos y materiales para la adoración del Señor.
¿Cuál es el instrumento más importante que puedes usar en tu servicio a Dios? (Escribe en una hoja el primero que te venga a la mente.)
Quizás pensaste en un libro, o la Biblia, o una habilidad que Dios te haya dado. Hay otro instrumento que tal vez no hayas tomado en cuenta: tu cuerpo.
Cualquier servicio que rindas a Dios en esta vida lo harás mediante tu cuerpo. Y mientras te enorgulleces del modo en que disciplinas tu mente, tu cuerpo puede ser el instrumento más descuidado.
El hombre o la mujer del Antiguo Testamento que deseaba que Dios lo usara en Su servicio pero no era levita ni sacerdote, podía hacer el voto del nazareo -abstenerse por un tiempo de ciertos impedimentos a la santidad a fin de dedicarse por completo al servicio del Señor.
Era un voto voluntario, difícil de asumir u difícil de dejar. Pero tenía la promesa de bendición personal para los que lo cumplían.
¿Está tu cuerpo disponible para Dios hoy, limpio y preparado para Su uso? Romanos 12:1-2 te indica cómo lograrlo, ¡pero tú tienes que ofrecerte!
No se permite vino, corte de pelo, ni cadáveres.
Lo que requería el voto del nazareo pudiera parecer extraño a menos que se entienda en su sentido simbólico. El vino simbolizaba comodidad y placer; la muerte, contaminación; y el pelo largo, fortaleza y dignidad dadas por Dios. Por evitar lo primero y mantener lo último el nazareo declaraba su total devoción a Dios.

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MENSAJE PROFETICO

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo esta cerca" (Apocalipsis 1:3)